Martes 14 de Octubre del 2025

Otra crisis ¿Otra oportunidad?

 

El Perú vuelve a encontrarse en una encrucijada política tras la caída de Dina Boluarte. La noticia, aunque estaba dentro de las probabilidaes, no deja de sacudir la frágil arquitectura institucional que sostiene al país. Sin embargo, esta crisis —una más en la secuencia inagotable de los últimos años— no tiene por qué traducirse en otro capítulo de descomposición. Puede, si se maneja con lucidez, convertirse en una oportunidad para detener la espiral de improvisación y recuperar un mínimo de gobernabilidad.

José Jerí, un nombre desconocido para la mayoría de peruanos, ha sido elegido para conducir el país por un Congreso que carga con buena parte de la responsabilidad del deterioro institucional que hoy enfrentamos. Su designación no responde a una visión de Estado, sino al consenso precario de un Parlamento populista que ha legislado sin control y sin norte. La OCDE ha identificado entre 2023 y 2024 más de 400 leyes aprobados por ellos con efectos negativos sobre la sostenibilidad fiscal, y aún quedan pendientes autógrafas y proyectos que podrían añadir hasta 16.000 millones de soles más al gasto público. Esto es una clara muestra del germen de la descomposición: una política que confunde generosidad con populismo, que legisla mirando encuestas y no el presupuesto.

En ese contexto, Jerí inicia su gestión con una tarea monumental. Pero también con una posibilidad: la de demostrar que incluso desde una presidencia débil, con apenas diez meses por delante, puede ejercerse liderazgo si se tiene claridad, prudencia y sentido de Estado. No será él quien dé peso político al gobierno, sino el gabinete que logre conformar. Ahí estará la verdadera señal de rumbo. El país necesita un equipo con solvencia técnica, autoridad moral y representatividad política que le devuelva algo de credibilidad a la conducción del Estado. Un gabinete de figuras de consenso, con experiencia en gestión pública y conocimiento de los desafíos fiscales y sociales, sería la primera gran señal de que Jerí quiere gobernar, no simplemente administrar la crisis. ¿Será esto posible?

Otro gran reto, quizá el más urgente, será contener la ola de criminalidad que atraviesa al país y que fue, en muchos sentidos, la gota que colmó el vaso para el gobierno de Boluarte. La inseguridad ciudadana se ha convertido en el principal problema nacional, desbordando a las autoridades locales y regionales, afectando la inversión privada y minando la confianza en la autoridad. Si Jerí no logra mostrar resultados rápidos y tangibles en materia de seguridad, cualquier intento de estabilizar políticamente su gobierno se verá debilitado desde el inicio. La lucha contra el crimen organizado, el fortalecimiento de la Policía y la recuperación del control territorial deben ser parte central de su agenda inmediata.

El Perú no necesita grandes discursos ni promesas refundacionales, sino decisiones sobrias. Si el nuevo gobierno logra ofrecer estabilidad, recomponer la relación con el sector privado y restablecer la confianza de los ciudadanos, habrá dado un paso gigantesco en medio del caos. Las crisis, al fin y al cabo, también sirven para poner a prueba la madurez de un país. Si Jerí acierta en su gabinete, si consigue que prime la sensatez sobre el cálculo, esta puede ser la oportunidad de demostrar que aún hay instituciones capaces de resistir y corregir el rumbo. Otra crisis, sí. Pero también, quizás, una de las últimas oportunidades de convertirla en un punto de inflexión.

Revisa la nota en el diario El Pueblo: Otra crisis ¿Otra oportunidad?

 

David Tuesta

Presidente del Consejo Privado de Competitividad

 

 

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