El año 2022 termina en pocos días. Atrás quedó la instrumentalización de la cuestión de confianza para conducir a la disolución del Congreso. Sin más, Castillo decidió dar un golpe de Estado. Que no haya sido exitoso y se haya convertido en caricatura de autócrata no cambia la gravedad de los hechos. Al entusiasmo por la respuesta firme y principista de los titulares de los poderes del Estado e instituciones autónomas ha seguido la preocupante tolerancia a los golpes de Estado que reflejan las encuestas, 33% a favor (Ipsos). El 47% de peruanos estaría dispuesto a tener un líder fuerte, aunque quiebre las reglas (Ipsos). El 69% considera que los partidos y políticos no se preocupan por gente como ellos. En ambos casos, el porcentaje de Perú está por encima del promedio mundial.
Los golpes de Estado deben recibir el repudio generalizado de los demócratas, independientemente del sesgo ideológico. La construcción de la democracia es muy fina y quienes están dispuestos a canjearla por otros principios distintos a la libertad la debilitan. Por eso, no cabe cuestionar la legitimidad constitucional de Boluarte. No es tan difícil constatarlo (art. 115). Inaceptable el cuestionamiento cuando viene desde los presidentes y autoridades de otros países.
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2023 es un año de decisiones importantes en lo político, deberá ratificarse el anticipo de elecciones generales con nuevas reglas. Pero las nuevas reglas, más que castigar la política, como ha referido Augusto Townsend, deben generar incentivos para producir buenos políticos, en mayor cantidad. Para ello, es necesario restablecer la reelección parlamentaria inmediata, eliminar la mirada cortoplacista y que sean los electores los que evalúen la gestión.
La ruta planteada por CIES, en el proyecto Construyendo Diálogo Democrático, plantea, además, el retorno a la bicameralidad y regular la responsabilidad del presidente durante su mandato. Así, deberá afrontar acusaciones por corrupción, otros graves delitos y faltas. En ello coinciden las propuestas de Coalición Ciudadana y el Consejo Privado de Competitividad.
Pero evidentemente las reformas no son suficientes para fortalecer la democracia por defecto (Barrenechea, 2022). En palabras de Mauricio Zavaleta, se requiere infraestructura política que no se construye con reformas constitucionales. Es necesario, sin embargo, hacer ingeniería constitucional, facilitar instrumentos para consensos y control político, sin descuidar la construcción de valores democráticos y contar con líderes políticos comprometidos con el sistema.