¿Qué está pasando en Bolivia y cómo entender su situación económica? El exministro de economía y presidente del Consejo Privado de Competitividad expone los motivos del fracaso del modelo económico boliviano y sostiene que, a pesar de todo, «se puede solucionar, pero será un camino tortuoso».
Vigilante.pe contactó a David Tuesta, exministro de Economía y presidente del Consejo Privado de Competitividad, con el objetivo de conocer mayores detalles sobre lo que viene ocurriendo en Bolivia, país que es azotado por una dura crisis debido al fracaso de su modelo económico, el cual ha permitido que sus reservas internacionales se reduzcan de $6,909 millones en 2018 a $620 millones en 2023.
Pese a que muchos “fieles creyentes del socialismo” pusieron su fe y esperanza en este modelo durante los primeros años de gobierno del expresidente Evo Morales, lo cierto es que esta forma de administración de los recursos no ha sido nada beneficiosa para el país debido a que solo provocó la caída de las inversiones privadas por la nacionalización de empresas y el crecimiento de su deuda internacional. Solo en 2022, este país cerró el mes de diciembre con un déficit fiscal equivalente a 7.2%, cifra ampliamente menor a la proyectada por el Programa Fiscal Financiero.
Hay un problema de un fundamentalismo que no guarda relación con la realidad, con el equilibrio contable. No se pueden generar milagros y generar una política de distribución de ingresos sin generar la riqueza necesaria, porque es a través de la riqueza y el funcionamiento del propio mercado que se puede generar ese potencial para que la economía progrese. En cambio, lo que plantea un modelo como el nacionalismo es que sea el Estado el que participe de todo el proceso y, más allá de que la economía crezca o no, se crean objetivos románticos sin ningún tipo de sustento.
Es una muy mala noticia. El Estado en general en nuestros países tienen una baja institucionalidad y es un mal administrador. A veces se quiere hacer comparaciones con los funcionamientos de Estado en países de Europa nórdica. Si bien es cierto que no todos funcionan bien, la verdad es que detrás de estos países hay una institucionalidad fuerte, hay capacidades, hay un fuerte nivel de capital humano, todo ello recae positivamente en el Estado. Eso no pasa en países emergentes como Bolivia o Perú, en donde los recursos son escasos y en donde hay objetivos importantes en términos de salud, educación, infraestructura o atención a la pobreza.
Mal se haría en destinar recursos en una participación extrema del Estado. Existen dos peligros cuando los fondos de pensiones cuando se estatizan: que el gobierno lo haga mal o que, al estar ese país en una situación fiscal muy vulnerable, se vean sumamente tentados a hacer lo que hizo Argentina en 2008, cuando se tomaron los fondos previsionales para equilibrar las cuentas fiscales. Salieron de la crisis macroeconomía a costa de los años de ahorro de sus afiliados. Son riesgos muy reales los que implica este paso tan peligroso que ha dado el Estado boliviano.
Se sabe que una de las políticas bandera del gobierno de Evo Morales fue la nacionalización de varias industrias como la del gas. Esto significó apropiarse de estos recursos para financiar todos sus proyectos. Si bien se vendía gas más barato, este dinero tenía otros objetivos de tinte político. Esto le funcionó en su momento gracias a los precios altos de las materias primas y con esos precios se obtuvieron recursos para financiarse. Sin embargo, en un escenario en donde se presenta la operatividad fallida de la industria petrolera y los altos precios internacionales, se ha provocado que los ingresos comiencen a caer mientras los precios se mantienen elevados.
El problema es que se ha generado un escenario de gobierno de dádivas en vez de utilizar los recursos en las generaciones de mayor capital humano. Uno cuando utiliza el dinero en algo está dejando de adquirir otra cosa. Todos lo hemos experimentado. Si compro una casa, probablemente podría haber hecho un negocio con ese mismo dinero. Cuando uno gasta con objetivo de carácter político, porque hasta cierto punto el objetivo era obtener un ejército de personas agradecidas por la distribución de los recursos, se pierde la oportunidad de utilizar ese dinero con mayor impulso en la generación de capital humano. Entonces, ese es un problema de fondo.
No se niega la importancia que pueden tener los programas de transferencias o bonos, pero esos programas deben cumplir con el objetivo de focalización. El uso del dinero sería mejor invertido si capacitas a estas poblaciones vulnerables y si no solo les regalas dinero, porque si no seguiremos observando crisis como las de ahora.
En el papel, sí. El tema es que las situaciones en economía son más difíciles de lo que uno puede distinguir en la teoría o en una hoja de cálculo, porque estos problemas se terminan encontrando con la política. Hoy Bolivia se encuentra en un escenario altamente fragmentado para alcanzar una viabilidad sostenible financieramente, por ello, se van a requerir ajustes importantes. Las familias puede que tengan dificultad para entender esta situación y seguro existirán marchas como las de Perú, pero se requiere el soporte y un compromiso con la población para cambiar esta crisis.