¿Cuál es su balance de CADE 2022?
Hay un par de aspectos a resaltar. Hubo énfasis en el sentido de urgencia que vive el país, un tema que los empresarios hicieron suyo y no se quedaron en simples diagnósticos ni lamentos. Fueron propositivos, por ejemplo, en iniciativas relacionadas a la lucha contra la inseguridad alimentaria. Además, el Consejo Privado de Competitividad (CPC) también realizó propuestas. Otro aspecto que me ha llenado de esperanza en este ambiente tan pesimista es la renovación generacional que se está dando.
¿Cómo evalúa el plan Impulso Perú, presentado por el ministro Kurt Burneo?
Lo que está haciendo no es suficiente. Esto no depende de una sola persona ni de un ministerio, sino de que se internalice la urgencia en todo el Ejecutivo y el Congreso, porque ambos poderes del Estado tienen una gran responsabilidad. De los tres pilares del plan, uno es el más deficiente: reconstruir la confianza en el país.
Tomando en cuenta que expuso quejas con el empresariado y los medios de comunicación…
No puedes reconstruir la confianza en el país con la pata en alto, tratando de patear el tablero, echándole la responsabilidad al Congreso por no aprobar 18 proyectos de ley. En paralelo, el premier presenta una cuestión de confianza, proceda o no. Eso crea una situación tensa que no se condice con la necesidad de lograr convencer a los legisladores de aprobar normas.
¿Qué otras deficiencias observó en la participación del ministro Kurt Burneo?
Hemos visto la ausencia del Gobierno (en CADE 2022), más allá de la presencia del ministro de Economía, que, a mi criterio, pudo plantear alguna medida más efectiva para restablecer la confianza. Hubo una clara omisión del principal representante del Ejecutivo, el presidente de La República. Esta es, lamentablemente, una oportunidad perdida de, por lo menos, hacer un guiño o un esfuerzo por congraciarse con el empresariado, del que requiere para generar empleo de calidad, construir un Estado que funcione y preservar una democracia que se está tambaleando. Me voy con un optimismo moderado.
¿Qué acciones están en las manos de la cartera de Economía que podrían ayudar a mejorar la situación del país?
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) puede comprarse ese pleito, tiene las formas de hacerlo, tiene presupuesto. La Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir) usualmente ha tenido impulso cuando el MEF se ha comprado el pleito. La tarea de ser ministro de economía en este país es muy compleja, no es muy popular porque hay que tomar decisiones muy duras. Augurándole el mejor de los éxitos, creo que debe cambiar de actitud, dejar la victimización, ser más convocante y no tomar la crítica personal.
«El rol del ministro debe ser de transmitir confianza, que esto no sea solo retórico sino convencer al presidente y gabinete de que, si el país se deteriora en materia económica, se levanta la calle».
No justifico que el presidente no haya venido, pero se le planteó un formato distinto. Normalmente, se le da el micro, pero esta vez se le quiso entrevistar. ¿Eso habría jugado en contra?
No creo. Cada presidente hace él mismo el espacio y brinda sus impresiones, creo que los organizadores básicamente iban a adecuar el formato a lo que el presidente quería. Eso se ha desperdiciado. El presidente se esmera en mostrar una realidad paralela cuando está en el extranjero, pero cuando le toca juntarse con el empresariado de forma local, se le corre. En mi época, el jefe de Estado venía con seis o siete ministros (a CADE).
¿Cuál es el mensaje que deja esta ausencia?
Esto realmente nos grafica el momento de polarización que estamos viviendo y la desconexión del Ejecutivo actual con la problemática de los peruanos de a pie. Se deja de lado el rol que tiene la empresa privada de generar oportunidades y empleo, que tanto se reclama.
¿Qué le toca al empresariado hacer para cambiar ligeramente la realidad?
Hay dos tipos de empresarios a mi criterio, aquellos que tratan de alejarse lo máximo posible del Estado porque cuando interactúan podría asomarse la corrupción, extorsiones. Pero en CADE 2022 hemos visto iniciativas claras donde, conociendo las debilidades que hay en el país, hay grandes grupos empresariales que apuestan por la educación y la salud, que son fundamentales. Esto no con un afán mercantilista, sino de valor compartido.
«Cualquier foro que propicie el diálogo y respete las discrepancias es algo que debemos incentivar. No hay espacio para la indiferencia y para sentarse como mero espectador».