“No debería uno contar nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo”, se lee en el inicio de la trilogía de Javier Marías, “Tu rostro mañana, que inspira este artículo. Muchas de las políticas económicas tomadas bajo la justificación del COVID-19 durante el 2020-2021 terminarán trayendo menor prosperidad en el largo plazo y el rostro que terminemos viendo mañana puede terminar siendo desagradable.
En particular, fue lamentable la decisión de nuestros legisladores de permitir un ciclo largo de retiros anticipados de los fondos de pensiones en las AFP, en una cantidad total que significó más del 9% del PBI. Esta salida de recursos del mecanismo de financiamiento de largo plazo, que tanto costó desarrollar al Perú, no solo incrementará la vulnerabilidad en vejez, sino también generará una pérdida de crecimiento económico que redundará en menores posibilidades de reducir la pobreza y desigualdad.
Rompiendo todas las buenas prácticas recomendadas por organismos internacionales, así como las reiteradas advertencias del Banco Central de Reserva (BCR) y la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), el Congreso decidió ir en contra de las reglas básicas del funcionamiento de aseguramiento social. En efecto, nuestros legisladores terminaron aprobando cinco retiros anticipados, entre marzo 2020 y mayo 2021, por la cantidad astronómica de S/66 mil millones, que significó que un tercio del total que los afiliados tenían acumulados antes de la pandemia saliera del sistema. Una medida, a todas luces, desproporcionada.
En la figura 1 se presenta un conjunto de datos que ilustran con contundencia lo irracional de estas leyes, las misma que solo podrían guardar sentido con un populismo desaforado y sin reparos. Si bien las medidas se sustentaban en la difícil situación de la pandemia y que estas eran excepcionales, las cifras desmienten estos argumentos. Así, se puede apreciar, por ejemplo, que solo los dos primeros retiros de marzo y abril del 2020 guardaban cierto criterio de proporcionalidad y focalización, estableciéndose retiros con un tope de S/2.000 por afiliado; es decir, el equivalente a poco más de dos salarios mínimos. Más adelante, no obstante, todo cambió, ya que en mayo se decretó un tope de S/12.600 que representaba ya cinco salarios mínimos; y para noviembre 2020 y mayo 2021, los topes para los retiros se elevaron, sin ningún sustento plausible, e igualaron a cerca de 19 salarios mínimos.
¿Siguieron estas leyes los criterios de proporcionalidad y focalización? De ninguna manera. Si observamos las cifras de infraestructura sanitaria y las de movilidad laboral, como referentes de las difíciles condiciones que se enfrentaban, vemos también que después de mayo del 2020, las circunstancias eran menos críticas. No obstante, el Congreso aprobó retiros cada vez más exagerados. Solo el quinto retiro permitió la salida de S/32 mil millones que fue casi equivalente a la suma de los cuatro anteriores.
El único sustento financiero confiable para la vejez, con el que contaban los afiliados, desapareció para más de 5 millones de ellos que quedaron con sus cuentas en cero. En la figura 2, se aprecia que para el caso de los cotizantes activos, las noticias tampoco han sido alentadoras, pues un estimado de sus tasas de reemplazo al jubilarse (el ratio de pensión respecto al promedio de los últimos salarios) da cuenta de que caerá de 78% a 38% en el caso tener una alta frecuencia de aportes y haber efectuado los retiros a los 45 años. En cambio, si la frecuencia de cotización es de la mitad, la tasa de reemplazo caerá de 43% a 27%.
Estimados reciente del BCR (2021) concluyen sobre el efecto crítico que ha tenido el retiro anticipado de los fondos de pensiones sobre la curva de rendimiento de los Bonos de Tesoro Público y su impacto temprano en el encarecimiento de financiamiento en los mercados de capitales para el sector privado. En el corto plazo encuentran que al menos un 50% del incremento se debe a esta salida de los fondos de pensiones del mecanismo de financiamiento de larga duración, lo que anticipa que tendrá repercusión sobre la disponibilidad y costo financiero de los recursos accesibles para la inversión y acceso a viviendas de las familias en el futuro.
Además, como también se aprecia en la figura 2, varios estudios sobre el impacto del sistema privados de pensiones en el crecimiento económico latinoamericano concluyen que su introducción ha traído un incremento en el PBI de entre 0,3 y 1,1 puntos porcentuales cada año, derivando en una mayor prosperidad y disminución de la pobreza. Lamentablemente, este círculo virtuoso se ha roto con las leyes de retiros anticipados, lo que significará de acá a largo plazo una pérdida de crecimiento económico entre 0,1%-0,4% cada año. El rostro del mañana, sin duda, se ha hecho más complejo para los peruanos.